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sábado, 1 de abril de 2017

LAS AUSENCIA O PRESENCIAS HERMETICAS©

Debo partir cuando estoy a punto de pisar el escalón que me lleva a la pérdida de la dignidad. 
Lic. Cristina de la Vega MN 65887


En muchas de las consulta he oído decir: “ no me escucha; no me habla; no dice lo que siente; no puedo llegar a saber que le ocurre”.  Estamos en presencia de un sujeto que siente la ausencia del otro y dispara el reclamo.
En la ausencia el lenguaje es muchas veces demasiado, pero también al mismo tiempo es escaso; y la angustia es parte de esa escena donde todo es incógnita; donde todo es incertidumbre.  La escena que comienza, tiene por lo menos tres actos: Primer acto: la ausencia se hace visible, ahora bien no requiere de lo corpóreo, sino justamente de esa ausencia desde la presencia y cuyo principal atributo es la angustia de no saber; por tanto necesito saber y las preguntas se van acumulando sin lograr la respuesta que calme esa angustia por ausencia. El lenguaje es casi una metáfora; no puedo ver que el otro se ha encriptado, se ha introducido en lo más profundo de sus silencios; nada existe o si sólo que no es accesible para todos. Segundo acto: El enojo es parte ya de la disputa; aunque es una disputa metaforizada, nadie se atreve a romper ese pacto de casi paz que se pretende conservar; pero que nada dice de la relación y de la ausencia que sigue ahí presente, incómoda. El reproche emerge como un animal temeroso pero al mismo tiempo imposible de detener “si pudieras decir lo que te pasa” “si me entendieras” si me escucharas”; “si fueras…”. Tercer acto: la angustia es casi imposible de manejar, no se puede evitar el propio túnel, y la propia oscuridad; aquella que rememora la angustia del abandono. Ese primer abandono que hizo de nuestra vida una búsqueda permanente del objeto ausente. Se rememora la escena una y otra vez en nuestro interior. Es la angustia de la espera, de aquella otra espera la cual hemos rememorado tantas otras veces en tantos otras situaciones; algo del orden del placer morboso por llegar a ningún lado.

La espera es la escena que repetimos incansablemente, en las zonas más oscuras, en las áreas más simple de la vida y por eso es ausencia al mismo tiempo. Ya deberíamos estar acostumbrados, sin embargo ansiedad y angustia suelen ser partenaires imposibles de soslayar. La pregunta que se nos impone es sobre que relación estamos hablando?. Si el otro no posee lo que yo sostengo y ciegamente creo que posee; si en una disputa en cuanto a lenguaje no se pone en juego otra cosa más que el status de la relación con el otro; entonces que ausencia es la que vengo a reclamar?
                En una separación la ausencia provoca un desmonoramiento, porque ha sido el otro quien ha partido, yo me quedo aquí a convivir con la escena angustiosa de la espera, espera de saber, espera de no saber. Porque el otro siempre esta en perpetua partida, aun cuando no se vaya de tu lado. De eso se tratan las relaciones. La ausencia afectiva va en un solo sentido; sólo visible desde el punto de vista del que se queda, del que seguramente espera; pero la flecha siempre va hacia delante desde mi punto de vista, desde el lugar donde estoy. 

          Por tanto la ausencia de ese otro hermético, encriptado o bien introvertido; es sólo desde mi punto de vista y por tanto exigir presencia al ausente es casi como esperar el giro de la flecha. En realidad cuando exijo que el otro comunique su estado de animo o sea reclamo su presencia; estoy en realidad pensando que soy menos amado de lo que amo; menos aceptado de lo que acepto y por tanto mas dependiente emocional.

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