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sábado, 18 de marzo de 2017

Comunicación e Inteligencia Emocional©

Lic. Cristina de la Vega MN 65887


         La idea de la comunicación nos remite a una multiplicidad de variables a tener en consideración si se desea hacer un análisis del proceso comunicacional. Ciertamente este proceso abarca diversidades como la psicología, la sociología, la historia personal de cada individuo comunicante, el modelo comunicacional aprendido, entre otros. Desde este punto de vista podemos entonces reconocer la pluralidad y fragmentación existente en el proceso donde se ponen en juego redes como lo biológico, lo social, la naturaleza, la cultura, los dispositivos tanto técnicos como discursivos, el sistema, el individuo y sus características ora como escucha o bien como comunicante. Es innegable el impacto, en quien nos escucha, de las palabras utilizadas en nuestro mensaje, y también resulta imposible comunicar sólo con palabras, utilizamos el lenguaje corporal como apoyatura y también como parte del dispositivo discursivo; ambas pueden contribuir a organizar el trabajo colectivo, a relacionarnos afectivamente y organizar nuestro sistema familiar; la comunicación irá a estructurar nuestros espacios. Y es aquí entonces donde radica su mayor riesgo si ese modelo comunicacional no es el adecuado a nuestros objetivos. 


            La correcta “administración” de las palabras y la  gestión de nuestro lenguaje corporal resultan claves a la hora de una mejor calidad de vida. Las emociones, la comunicación y las relaciones son parte de una trilogía clave para el bienestar de la persona.  No es una buena idea tipificar a las relaciones como tóxicas o no; no es una verdad concluyente. Tóxicos y neuróticos somos todos de un modo u otro. Calificar de tóxica una relación es poner en el otro la responsabilidad total del vínculo; ello nos quita del problema cuando en realidad somos parte, pues un vínculo es una construcción entre dos.


          El proceso comunicacional entre los seres humanos, no solamente es influido por lo individual sino también por lo colectivo. G. Tarde  decía que “…Sólo se pertenece a una única muchedumbre al mismo tiempo, y se puede formar parte de varios públicos a la vez…” por lo tanto la influencia ya no es unicamente la del grupo de pertenencia, sino de un sin número de grupos con los cuales interactuamos cotidianamente; y nuestro modelo de comunicación, en el mejor de los casos, tiende a ajustarse a esos cambio permanente de auditorium. Pero no siempre lo hacemos de modo eficiente y se suele perder de vista justamente al auditorium en primer lugar. Así los vínculos sociales quedan ligados a procesos de imitación y contraimitación como forma de sostenimiento. Freud propone que: “… Si un individuo aislado de la masa abandona su singularidad lo hace porque en él ya existe más la necesidad de estar de acuerdo que de oponerse..” Es aquí donde juegan el rol importante las emociones, primero las individuales y luego las grupales, entrelazadas.


            Si bien es cierta la importancia que tienen los medios de difusión en lo que se podría significar como “gestión de las opiniones”, también resulta viable pensar que si los individuos no experimentaran individualmente y grupalmente aquello que los medios difunden, ese proceso comunicacional quedaría vacío de contenido. Justamente lo que le brinda forma al contenido, es lo emocional, aquello que se pervive, se siente. El hecho de que el individuo forma parte de  varios públicos a la vez, le da formato de verdad a la información recibida, la percepción individual queda confirmada cuando al trasladarse a lo grupal esta queda refrendada como realidad. Si un empleado percibe que su empleador tiene problema en la empresa y en el dialogo con sus compañeros estos han advertido lo mismo; esa percepción se transforma en una verdad desde lo emocional, ahí aparece el miedo a la pérdida del trabajo, al futuro incierto. El miedo, emoción básica que enlaza con la supervivencia.


          E. Hall en su obra “Silent Language” analiza la dificultad de las relaciones desde lo intercultural. Hace foco en lo que llama “lenguajes silenciosos” incluyendo en ello códigos, modelos culturales, amistosos, de negociación. Todas estas variables influirán en una mayor o menor conflictividad en la comunicación. Es importante comprender que estos fenómenos que intervienen en el proceso de comunicación entre personas, involucran emociones; y que pueden ser gestionadas de modo eficiente; pueden ser alineadas al objetivo propuesto y nos proporcionarán una mejor calidad en las relaciones y mejor calidad de vida. Para ello, la herramienta indispensable es la inteligencia emocional y su aplicación en la comunicación cotidiana.

*Lic. Cristina de la Vega, Coach en Inteligencia Emocional y gestión del enojo; Licenciada en Ciencias de la Comunicación,investigadora, conferencista internacional, dicta cursos in company; servicios de coach para equipos de trabajo.

Amor y tecnología, nuevo paradigma de las relaciones©

Lic. Cristina de la Vega MN 65887





Y ahí vamos revisando el teléfono cada minuto buscando si hay amor o si hay wiffi, lo que encuentre primero. (anónimo).


Las nuevas tecnologías han acelerado los cambios en los modelos de relaciones ahora ya no es tan frecuente encontrarnos en un café, sino en una sala de chat de las múltiples redes sociales. Son los nuevos instrumentos habilitadores de las relaciones interpersonales. Por tanto aprendemos nuevos lenguajes: app; resumir en 140 caracteres y en particular interpretar los emoticones o “emojis” sus significados; que quieren decir las caritas?, o el mono tapándose los ojos?.


Un nuevo lenguaje se despliega frente a nuestros ojos. Y nos encontramos ensayando nuevas formas simbólicas para expresar aceptar o ser aceptado; o con los famosos likes; con la angustia o la ansiedad que ello trae consigo. Los cambios que trajo la tecnología van por una autopista veloz, y no tenemos el tiempo necesario para adaptar todo lo aprendido; porque en nuestro cerebro hay ya una cartografía donde iremos a buscar aquel registro que nos hacen reconocer cuando nos sentimos placenteramente bien con una u otra persona.
Este nuevo modelo relacional requiere de nuevas adaptaciones para aquellas personas que no nacieron en el mundo 2.0; todo un desafío que no es solamente relacional. Para cuando usted aprendió a usar el Facebook aparecieron cientos de nuevas aplicaciones, y la última adquisición: el snapchat que para las generaciones de 30 años para arriba casi resulta imposible. Sin embargo para los adolescentes es fabuloso pues permite una infinidad de expresiones no verbales; simbólicas, simbolizadas y por tanto naturalizadas entre ellos.


Que pregunta abre estas nuevas tecnologías? la misma de siempre; tan histórica como historizada; y tiene que ver con el otro, aproximarnos al otro. Antes de la Internet y las redes sociales nos relacionamos de un modo personalizado, salvo los amores epistolares cuyo encanto o no radicaba en escribir y leer cartas. Hoy casi hacemos lo mismo, pero de modo más virtual; tal vez por eso estamos conectados y desconectados casi como una paradoja. Este modelo que nos plantea la tecnología en materia de relaciones implica probablemente la idea de menos compromiso o un compromiso más flexible, que permite estar o no estar en contacto con el otro; mediados por unos dispositivos. Los vínculos son más cuantitativos que cualitativos pues las redes sociales han expandido cantidad en desmedro de calidad.


Superada la instancia de la primera comunicación, que generalmente resulta más aliviada a través del mensaje de texto o audio; hay algo del orden del estar parapetados detrás de un resguardo digital. Es menos difícil de superar este medio digital respecto de acercarnos a alguien de modo personal. El rechazo parece menos rechazo si es digital. La pregunta que pongo en consideración aquí es: ¿podemos conocer una persona solamente por el intercambio de comunicaciones? Hay en ello un sentirse atraído por lo que creo que es la persona que por lo que es realmente. La realidad aún no se nos ha impuesto en lo que se refiere a nuevo vínculo.
En términos de sensaciones y emociones. Qué ocurre cuando conocemos una persona?, qué pasa en nuestro cuerpo y en el cerebro? Detecta el estímulo, lo reconoce y ahí despliega una batería de sensaciones y sentimientos que se expresa y que el cerebro ha reconocido a través de ese mapa emocional construido en el decurso de nuestra vida. Las emociones juegan un rol primordial pues nos llevan a hacer o no hacer, influyen en nuestras decisiones e impactan en la memoria y aprendizaje. Hemos construido una biblioteca de emocionalidades, a las cuales vamos a buscar las respuestas a lo que nos ocurre pues necesitamos de un sistema explicativo que alivie la incertidumbre.


Cada una de las reacciones han sido influidas por los patrones de conductas familiares, sociales; aquellos modelos de relacionamiento más eficientes que hemos podido diseñar, aunque claro, esto no es consciente. Los seres humanos reaccionamos la mayor parte del tiempo de modo inconsciente, y por tanto también influidos por el contexto, a lo cual hay que sumar la digitalización de las relaciones multiplicadas los medios por los cuales comunicamos emociones.Nos conectamos con esa persona a través de algún dispositivo, de alguna app mediador entre nosotros y el placer o displacer que ello nos depare. 

Ciertamente existen relaciones que en sus inicios fueron virtuales y que luego pudieron adaptar a la no virtualidad y son exitosas. Nada está del todo dicho en materia de emocionalidad y tecnología; y mucho menos en el campo de las relaciones amorosas virtuales o no. No hay que perder de vista que el campo de virtualidad abre una nueva perspectiva en cuanto a relaciones y modos de entender los vínculos. La virtualidad de las relaciones trae ciertas ventajas, uno se encuentra menos expuesto, pues el rechazo pareciera que pierde impacto si es dicho por mensaje de texto o WhatsApp; pareciera que resulta menos culposo para alguna de las partes que si es verbalizado en un one to one. La presencia a través de la pantalla nos libera de esa culpa ancestral que se nos impone frente a la presencia de la persona.


Por tanto, hoy no es adecuado pensar como dos campos diferentes lo virtual y lo real; esa línea tan delgada ha sido disuelta a partir de la naturalización de este modelo comunicacional y relacional. Hoy es todo uno; no hay una separación entre virtual y real. Es lo que el sujeto vive; que importa si es virtual o no. Es lo que ocurre y transcurre en tanto realidad.


Amor y tecnología, nuevo paradigma de las relaciones© – Lic. Cristina de la Vega = Protegido por Derechos de Autor – Prohibida su reproducciòn total o parcial.

Aprender a decir adios©

Lic. Cristina de la Vega MN 65887  
“Cuando dos personas que no se conocían se juntan se crea algo nuevo y entonces el mundo cambia.” Julian Barnes.
Quizás lo más difícil en una relación sea decir adiós. Este paso lleva consigo una carga emocional muchas veces difícil de abordar para quien tiene que decirlo, como para quien tiene que escucharlo. Y por ello en numerosas oportunidades se apela a recursos para evitarnos este dolor. Esos recursos no siempre son los adecuados y no se evita un dolor, sino que por el contrario este se incrementa.
Cuando hablamos de decir adiós. no sólo hablamos de ruptura con una pareja sino también de todo aquello a lo cual estamos ligados y en otros casos aferrados emocionalmente; un trabajo, un grupo social; amigo; parientes. Y es aún más complejo e incomprensible decir adiós a un ser querido que ha fallecido. En todos los casos es algo que muere y hay un mundo que se divide en partes dando lugar a una tarea ardua de querer volver a unir esos pedazos.
Cómo encarar el adiós? Se puede?; cuanto tiempo nos lleva asumir que elegimos marchamos o aceptar que se vayan? Todas y cada una de estas incertidumbres aparecen en nuestra mente cuando comenzamos a transitar el camino del adiós; sin importar donde uno se haya parado en el vínculo. Para algunas culturas como la hindú, el sufrimiento no sólo tienen un sentido sino que adquieren valor positivo. En la cultura occidental no estamos preparados para comprender y aceptar el dolor que ello provoca. 
Resulta difícil de entender la muerte y cuando hablo de muerte no me refiero solamente a la muerte como final de la vida, sino cómo una metáfora del final de algo. Esa muerte viene a romper con ese tiempo materializado. Tiempo compartido con el otro, en el sentido lacaniano del otro; como concepción de lo externo; no es otro, sino un reflejo o proyección del yo. Aquello que yo construyo para que justamente el tiempo se materialice y la incertidumbre desaparezca.
Desprendernos de ese reflejo de mi yo, sería como un abandono de mí mismo y por ello cuesta tanto y resulta difícil decir adiós. En realidad lo que habría que analizar o tratar de entender es qué tipo de relaciones construimos; cuanto de nosotros mismo está puesto por una ficción en el otro. En general ocurre que una relación tiende a una demanda incondicional de presencia; el costo es también una demanda incondicional de ausencia y es justamente en la ausencia donde se evoca la carencia; aquello que creímos y fantaseamos que el otro tenía. Es de alguna manera la forma oculta de la demanda de amor. Entonces el odio no es otra cosa más que negar el ser del otro como un ser individual, único e irrepetible y no como un reflejo de mi yo.
Cuando nuestra pareja se expresa como ese ser individual y no la vemos ya como un reflejo de mi yo; es donde aparece la primera expresión de desconcierto; un alguien desconocido. En realidad el otro siempre ha sido como era, sólo que yo he querido ver en él algo de mí, pues esa imagen reflejada me otorgaba la certeza de mi propia existencia. Y entonces porque termina el vínculo? Porque quiero decir adiós?. Porque el otro expresa ahora algo que no soy yo; ahora ese pequeño otro pasa a ser alguien que no puede ser asimilado a través de la identificación y resulta difícil de comprender.
Un vínculo no termina así de un día para el otro, requirió tiempo; sólo que soltar y dejar ir es la parte más compleja de aceptar. Es necesario la toma de decisiones y como se sabe las decisiones están estrechamente vinculadas a las emociones; estas las condicionan, amoldan y modifican. Decir adiós no siempre puede estar vinculado con la despedida total del vínculo; sino que puede también ser principio de otra forma de relacionamiento; otro modelo vincular donde el ser externo de la persona que comparte conmigo pueda ser entendido como ese externo a mi y no como una proyección de mi yo.
Cuando esto puede ser internalizado así, el vínculo se transforma, madura y adquiere un status diferente donde la demanda incondicional de presencia no es motivo de conflictividad; y porque también se ha internalizado que quien tengo en frente o quien se ha marchado se ha liberado y nos ha liberados de las frágiles fidelidades que exige nuestra necesidad de certezas.
Buenos Aires, Octubre 2016. 
APRENDER A DECIR ADIOS © 2016 Protegido por Derecho de autor.  Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización de Lic. Cristina de la Vega

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